Peña Pequeño Gran Samuray
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Foro para la peña de Pedrosistas Pequeño Gran Samurai y para los seguidores de Dani Pedrosa
 
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 GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!

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angy
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angy


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MensajeTema: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitimeLun Mayo 18, 2009 2:46 am

El mismo día en el que Dani Pedrosa lograba su tercer Mundial de motociclismo, su hermano Eric gobernaba la Escalada a Montjuïc de cadetes. Aquel niño corre ahora en el Lizarte navarro.

El motociclismo, como la gimnasia, promueve la precocidad. Elige a genios de habilidad innata, de destreza genética, los acopla a una montura como un jinete al lomo de un caballo de carreras, y les da pista. Gas. Explotan entonces su vértigo desterrado, la memoria esculpida en el simulador de la Play Station, y la osadía que raya la arrogancia en un reto constante al desastre irremediable. Juegan. Aunque sea en el filo. Funambulistas. Pero son niños. Dieciocho años y trece días tenía Dani Pedrosa cuando en 2003 logró su primer Campeonato del Mundo de 125cc, el de las motos de juguete. La imagen de aquel niño sollozando sobre el podio le sirvió a Cola Cao para hilar un anuncio que narraba Basilia Ramal, la madre coraje del chiquillo. Venía a decir Basilia a cuenta de los comentarios sobre las lágrimas de Dani: "¿Qué queréis? Es un niño". Lo seguía siendo dos años después, el 16 de octubre de 2005, cuando el catalán ganó el tercer Mundial de velocidad, el segundo consecutivo en 250 cc, y anunció su saltó a MotoGP, la categoría reina, el coto de Valentino Rossi. Aquella madrugada, pues la última carrera, la decisiva, se disputaba en Australia, en el circuito de Philip Island, nadie durmió en Castellar del Vallés. Tampoco, claro, en casa de los Pedrosa. "Recuerdo que dormí muy poco aquella noche. Nos levantamos todos a ver a Dani ganar el Mundial. Luego, lo celebramos. Apenas dormí", rescata Eric, el hermano pequeño de Dani (es cinco años menor), que se recogió aquella madrugada bajo las sábanas con una sonrisa de satisfacción tatuada en el rostro. Perduraba aún el gesto cuando sonó, madrugador, el despertador. Permanecía imborrable en el trayecto hasta Barcelona. Y despuntó en el balcón de la ciudad condal, en Montjuïc. Aquel año, el primero de cadetes, horas después de que Dani ganara su tercer Mundial, Eric gobernaba la Escalada a Montjuïc. "Fueron a verme mis padres y se alegraron, pero claro, no es lo mismo ganar una carrera de cadetes que un Mundial".

Reflexiona ahora, más de tres años después, apurando un café solo en una cafetería de la Avenida de Zaragoza de Iruñea. Enfrente, al otro lado de la concurrida calle, queda la tienda de ciclos Larequi, un enorme comercio que negocia con material ciclista y de motos. Jocoso. Son las dos pasiones de los Pedrosa. Por la puerta del portal que custodia la tienda ha salida hace unos minutos Eric. Su hogar cuando está en Iruñea pertenece al equipo de aficionados Lizarte, en el que recaló tras su extraordinario paso por juveniles y después de desechar otras propuestas. Lo comparte, entre otros, con Andrei Amador, profesional ahora en el Caisse d'Epargne. "Tenía claro que quería venir al norte", dice. Viste deportivas, pantalón vaquero oscuro y una chaqueta negra con el anagrama de Lizarte inscrito en la solapa. Se presenta descuidadamente uniformado. Lo luce como si tuviera extraordinariamente asimilada la importancia de respetar al patrocinador, de mostrarlo, de cuidarlo. Lo aprendió durante años siguiendo el peregrinaje de su hermano por los circuitos estatales. Era el tiempo de la necesidad, del sacrificio. La antesala de la eclosión de Pedrosa.

El anuncio de Cola Cao que comprime su trayectoria vital hasta su primer título mundial, arranca en el pasillo del hogar de los Pedrosa. Lo surca un niño montado en un triciclo. Es Dani. "Tenía entonces cinco años", apunta Eric. "Yo, en cambio, todavía estaba por hacer". La cinta avanza en cuestión de segundos otros cinco años. A 1996. "De eso sí me acuerdo. Los viajes. Íbamos toda la familia para que Dani pudiese correr. A mí, enseguida me pusieron una moto entre las piernas. Dani tenía diez años y yo cinco, y los dos competíamos. Él lo hacía más en serio. A mí, en cambio, simplemente, me divertía", explica. Luego, llegó el dilema. Resultaba que la actividad conjunta de los dos hermanos duplicaba el gasto económico y estructural. "La cosa se puso seria. Dani iba para arriba y eso suponía más dinero. Es la pega del motociclismo, que hace falta una economía familiar muy solvente para hacer frente a los gastos, que son muchos", aclara. Fue el propio Dani el que resolvió la situación. Un día se levantó y dijo: "Bueno, voy a correr en bici". Se apagó el ruido de los motores; se abrió paso el silencio. "Los dos empezamos a andar en bici. Él andaba bien, pero lo que son las casualidades de la vida, se encontró un día con un amigo y éste le habló de un campeonato de motociclismo promocional en el que te pagaban todo". Dani logró una de esas motos, aparcó la bicicleta y su carrera cogió vuelo. "Por esa coincidencia no se metió en el mundo de las bicis. De lo contrario... Quién sabe dónde estaría ahora", propone Eric, que en ese tránsito del acelerador a los pedales, se le quedó atorado el taco de las zapatillas a la bicicleta.

Resultó ser un remedio salomónico. Porque Basilia y Antonio, padres de Eric y Dani, se veían incapaces para cubrir las necesidades de ocio de ambos. "Con el ciclismo no había ese problema. Ellos se iban con Dani a las carreras y yo me quedaba en casa andando en bicicleta porque podía hacerlo solo, sin que nadie tuviese que seguirme ni llevarme a ningún sitio". Luego, llegaron las carreras. Eric se estrenó en cadetes con una vieja bicicleta de hierro. Era como un grillete anudado al tobillo de sus finísimas piernas, que elevaban un cuerpo menudo. Pero ganó la primera carrera. Y la segunda. "Mi padre se lo pensó entonces. Dijo que necesitaba una bicicleta mejor, y, aunque casi no podía permitírselo, la compró". Era una Orbea Orca con ruedas de perfil de carbono. "Todavía la tengo". En el garaje de Castellar del Vallés que desquicia a Basilia. "Se tira de los pelos cada vez que entra". Porque ve una legión de bicicletas y motos, piezas, herramientas y grasa.

Dani y Eric son dos gotas. Idénticos. De titanio. Ése era el apodo de Pedrosa en sus inicios: Titanio. Por ligero; por resistente. "Lo es", traza su hermano. "El motociclismo puede parecer un deporte muy bonito en la televisión, y, realmente, a mí me lo parece, pero luego están las caídas, las lesiones... Es peligroso". Y exigente. Asegura el ciclista catalán que un motociclista es un deportista sacrificado que apenas entrena sobre la moto. "Es lo que menos hacen porque ése, el de conducir, es un don que tienen. No lo pierden. Pero necesitan cuidar el físico. Dedican al entrenamiento tanto tiempo como un ciclista, lo que pasa es que diversifican el tipo de ejercicio. Hacen mucho gimnasio, andan en bici...", subraya. A su hermano, por ejemplo, no se le ha olvidado dar pedales. Memoria fisiológica. La huella. Dice Eric que, cuando las lesiones se lo permiten, salen juntos por su zona y que aguanta. Es de titanio. Eso, resistente y ligero. Mide un metro y 59 centímetros y pesa apenas 48 kilos. Eric es su calco; sólo cuatro centímetros más alto, lo que le convierten en un escalador. Ciclista de piernas inquietas cuando la gravedad ejecuta su ley. A él no le detecta. Invisible. Por eso se escurre y serpentea ladera arriba. "Es lo que mejor se me da. Por eso cuando salgo con Dani, si aprieto subiendo, le dejo. Pero sólo faltaría que estando yo todo el día andando en bici viniese él y me aguantase el ritmo", bromea.

la impaciencia El estreno de Eric en el ciclismo aficionado vasco -el pasado domingo- fue premeditado. Lo repite con insistencia. "Siempre lo he tenido claro". Soniquete. En Catalunya, dice, el paisaje es desolador. "Se está perdiendo mucho. Antes había carreras, corredores y afición. De todo hemos perdido. De vez en cuando sale alguien, pero es algo puntual, y después de buscarse la vida fuera. No hay otro remedio". La mochila; la determinación. "La que sufre es mi madre, pero ya está acostumbrada". A Eric le costó algo más amoldarse al ciclismo. El problema no era la pasión ni los resultados. Le inquietaba la paciencia. Alterada. Un día se sinceró a su hermano, a quien descubrió su desasosiego. Le susurró: "Dani, tú con 18 años eras campeón del mundo y yo estoy todavía aquí, en juveniles". Era una grieta en la fe. Le sucedió lo inevitable cuando se opone la precocidad y la pompa del motociclismo a la paciencia que requiere el ciclismo, donde no existen atajos. "Parece que no avanzas. Yo y mi entorno no estábamos acostumbrados a eso. El trabajo en este deporte es muy continuo y siempre a largo plazo. Pero ahora sé en qué mundo estoy. No tengo prisa", dice al tiempo que se despide de la taza de café vacía, cruza la concurrida calle y se esfuma tras la puerta del portal que custodia ciclos Larequi. El comercio que recoge las dos pasiones de los Pedrosa. Eric y Dani. Dos gotas de titanio. Sad
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laura26
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MensajeTema: Re: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitimeLun Mayo 18, 2009 4:24 pm

angy escribió:
El mismo día en el que Dani Pedrosa lograba su tercer Mundial de motociclismo, su hermano Eric gobernaba la Escalada a Montjuïc de cadetes. Aquel niño corre ahora en el Lizarte navarro.

El motociclismo, como la gimnasia, promueve la precocidad. Elige a genios de habilidad innata, de destreza genética, los acopla a una montura como un jinete al lomo de un caballo de carreras, y les da pista. Gas. Explotan entonces su vértigo desterrado, la memoria esculpida en el simulador de la Play Station, y la osadía que raya la arrogancia en un reto constante al desastre irremediable. Juegan. Aunque sea en el filo. Funambulistas. Pero son niños. Dieciocho años y trece días tenía Dani Pedrosa cuando en 2003 logró su primer Campeonato del Mundo de 125cc, el de las motos de juguete. La imagen de aquel niño sollozando sobre el podio le sirvió a Cola Cao para hilar un anuncio que narraba Basilia Ramal, la madre coraje del chiquillo. Venía a decir Basilia a cuenta de los comentarios sobre las lágrimas de Dani: "¿Qué queréis? Es un niño". Lo seguía siendo dos años después, el 16 de octubre de 2005, cuando el catalán ganó el tercer Mundial de velocidad, el segundo consecutivo en 250 cc, y anunció su saltó a MotoGP, la categoría reina, el coto de Valentino Rossi. Aquella madrugada, pues la última carrera, la decisiva, se disputaba en Australia, en el circuito de Philip Island, nadie durmió en Castellar del Vallés. Tampoco, claro, en casa de los Pedrosa. "Recuerdo que dormí muy poco aquella noche. Nos levantamos todos a ver a Dani ganar el Mundial. Luego, lo celebramos. Apenas dormí", rescata Eric, el hermano pequeño de Dani (es cinco años menor), que se recogió aquella madrugada bajo las sábanas con una sonrisa de satisfacción tatuada en el rostro. Perduraba aún el gesto cuando sonó, madrugador, el despertador. Permanecía imborrable en el trayecto hasta Barcelona. Y despuntó en el balcón de la ciudad condal, en Montjuïc. Aquel año, el primero de cadetes, horas después de que Dani ganara su tercer Mundial, Eric gobernaba la Escalada a Montjuïc. "Fueron a verme mis padres y se alegraron, pero claro, no es lo mismo ganar una carrera de cadetes que un Mundial".

Reflexiona ahora, más de tres años después, apurando un café solo en una cafetería de la Avenida de Zaragoza de Iruñea. Enfrente, al otro lado de la concurrida calle, queda la tienda de ciclos Larequi, un enorme comercio que negocia con material ciclista y de motos. Jocoso. Son las dos pasiones de los Pedrosa. Por la puerta del portal que custodia la tienda ha salida hace unos minutos Eric. Su hogar cuando está en Iruñea pertenece al equipo de aficionados Lizarte, en el que recaló tras su extraordinario paso por juveniles y después de desechar otras propuestas. Lo comparte, entre otros, con Andrei Amador, profesional ahora en el Caisse d'Epargne. "Tenía claro que quería venir al norte", dice. Viste deportivas, pantalón vaquero oscuro y una chaqueta negra con el anagrama de Lizarte inscrito en la solapa. Se presenta descuidadamente uniformado. Lo luce como si tuviera extraordinariamente asimilada la importancia de respetar al patrocinador, de mostrarlo, de cuidarlo. Lo aprendió durante años siguiendo el peregrinaje de su hermano por los circuitos estatales. Era el tiempo de la necesidad, del sacrificio. La antesala de la eclosión de Pedrosa.

El anuncio de Cola Cao que comprime su trayectoria vital hasta su primer título mundial, arranca en el pasillo del hogar de los Pedrosa. Lo surca un niño montado en un triciclo. Es Dani. "Tenía entonces cinco años", apunta Eric. "Yo, en cambio, todavía estaba por hacer". La cinta avanza en cuestión de segundos otros cinco años. A 1996. "De eso sí me acuerdo. Los viajes. Íbamos toda la familia para que Dani pudiese correr. A mí, enseguida me pusieron una moto entre las piernas. Dani tenía diez años y yo cinco, y los dos competíamos. Él lo hacía más en serio. A mí, en cambio, simplemente, me divertía", explica. Luego, llegó el dilema. Resultaba que la actividad conjunta de los dos hermanos duplicaba el gasto económico y estructural. "La cosa se puso seria. Dani iba para arriba y eso suponía más dinero. Es la pega del motociclismo, que hace falta una economía familiar muy solvente para hacer frente a los gastos, que son muchos", aclara. Fue el propio Dani el que resolvió la situación. Un día se levantó y dijo: "Bueno, voy a correr en bici". Se apagó el ruido de los motores; se abrió paso el silencio. "Los dos empezamos a andar en bici. Él andaba bien, pero lo que son las casualidades de la vida, se encontró un día con un amigo y éste le habló de un campeonato de motociclismo promocional en el que te pagaban todo". Dani logró una de esas motos, aparcó la bicicleta y su carrera cogió vuelo. "Por esa coincidencia no se metió en el mundo de las bicis. De lo contrario... Quién sabe dónde estaría ahora", propone Eric, que en ese tránsito del acelerador a los pedales, se le quedó atorado el taco de las zapatillas a la bicicleta.

Resultó ser un remedio salomónico. Porque Basilia y Antonio, padres de Eric y Dani, se veían incapaces para cubrir las necesidades de ocio de ambos. "Con el ciclismo no había ese problema. Ellos se iban con Dani a las carreras y yo me quedaba en casa andando en bicicleta porque podía hacerlo solo, sin que nadie tuviese que seguirme ni llevarme a ningún sitio". Luego, llegaron las carreras. Eric se estrenó en cadetes con una vieja bicicleta de hierro. Era como un grillete anudado al tobillo de sus finísimas piernas, que elevaban un cuerpo menudo. Pero ganó la primera carrera. Y la segunda. "Mi padre se lo pensó entonces. Dijo que necesitaba una bicicleta mejor, y, aunque casi no podía permitírselo, la compró". Era una Orbea Orca con ruedas de perfil de carbono. "Todavía la tengo". En el garaje de Castellar del Vallés que desquicia a Basilia. "Se tira de los pelos cada vez que entra". Porque ve una legión de bicicletas y motos, piezas, herramientas y grasa.

Dani y Eric son dos gotas. Idénticos. De titanio. Ése era el apodo de Pedrosa en sus inicios: Titanio. Por ligero; por resistente. "Lo es", traza su hermano. "El motociclismo puede parecer un deporte muy bonito en la televisión, y, realmente, a mí me lo parece, pero luego están las caídas, las lesiones... Es peligroso". Y exigente. Asegura el ciclista catalán que un motociclista es un deportista sacrificado que apenas entrena sobre la moto. "Es lo que menos hacen porque ése, el de conducir, es un don que tienen. No lo pierden. Pero necesitan cuidar el físico. Dedican al entrenamiento tanto tiempo como un ciclista, lo que pasa es que diversifican el tipo de ejercicio. Hacen mucho gimnasio, andan en bici...", subraya. A su hermano, por ejemplo, no se le ha olvidado dar pedales. Memoria fisiológica. La huella. Dice Eric que, cuando las lesiones se lo permiten, salen juntos por su zona y que aguanta. Es de titanio. Eso, resistente y ligero. Mide un metro y 59 centímetros y pesa apenas 48 kilos. Eric es su calco; sólo cuatro centímetros más alto, lo que le convierten en un escalador. Ciclista de piernas inquietas cuando la gravedad ejecuta su ley. A él no le detecta. Invisible. Por eso se escurre y serpentea ladera arriba. "Es lo que mejor se me da. Por eso cuando salgo con Dani, si aprieto subiendo, le dejo. Pero sólo faltaría que estando yo todo el día andando en bici viniese él y me aguantase el ritmo", bromea.

la impaciencia El estreno de Eric en el ciclismo aficionado vasco -el pasado domingo- fue premeditado. Lo repite con insistencia. "Siempre lo he tenido claro". Soniquete. En Catalunya, dice, el paisaje es desolador. "Se está perdiendo mucho. Antes había carreras, corredores y afición. De todo hemos perdido. De vez en cuando sale alguien, pero es algo puntual, y después de buscarse la vida fuera. No hay otro remedio". La mochila; la determinación. "La que sufre es mi madre, pero ya está acostumbrada". A Eric le costó algo más amoldarse al ciclismo. El problema no era la pasión ni los resultados. Le inquietaba la paciencia. Alterada. Un día se sinceró a su hermano, a quien descubrió su desasosiego. Le susurró: "Dani, tú con 18 años eras campeón del mundo y yo estoy todavía aquí, en juveniles". Era una grieta en la fe. Le sucedió lo inevitable cuando se opone la precocidad y la pompa del motociclismo a la paciencia que requiere el ciclismo, donde no existen atajos. "Parece que no avanzas. Yo y mi entorno no estábamos acostumbrados a eso. El trabajo en este deporte es muy continuo y siempre a largo plazo. Pero ahora sé en qué mundo estoy. No tengo prisa", dice al tiempo que se despide de la taza de café vacía, cruza la concurrida calle y se esfuma tras la puerta del portal que custodia ciclos Larequi. El comercio que recoge las dos pasiones de los Pedrosa. Eric y Dani. Dos gotas de titanio. Sad

es preciosaaa!! Crying or Very sad realmnte konmueve... d dnde lo as sacado=?? xk ty llorando jejej!! PRECIOSAA! GRACIAS ANGY DE VERAS GRACIAS1
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angy
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MensajeTema: Re: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitimeLun Mayo 18, 2009 6:16 pm

laura26 escribió:


es preciosaaa!! Crying or Very sad realmnte konmueve... d dnde lo as sacado=?? xk ty llorando jejej!! PRECIOSAA! GRACIAS ANGY DE VERAS GRACIAS1

Lo encontré buscando información sobre Eric...de nada, todo lo que sea dani...lo hago con ganas...y cuando leí esto...dios, yo tmb lloré! Y pensé que sería bonito colgarlo aquí...ya que yo por lo menos, nunca había escuchado el punto de vista de Eric.
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roci_kompos
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MensajeTema: Re: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitimeLun Mayo 18, 2009 6:20 pm

angy escribió:
El mismo día en el que Dani Pedrosa lograba su tercer Mundial de motociclismo, su hermano Eric gobernaba la Escalada a Montjuïc de cadetes. Aquel niño corre ahora en el Lizarte navarro.

El motociclismo, como la gimnasia, promueve la precocidad. Elige a genios de habilidad innata, de destreza genética, los acopla a una montura como un jinete al lomo de un caballo de carreras, y les da pista. Gas. Explotan entonces su vértigo desterrado, la memoria esculpida en el simulador de la Play Station, y la osadía que raya la arrogancia en un reto constante al desastre irremediable. Juegan. Aunque sea en el filo. Funambulistas. Pero son niños. Dieciocho años y trece días tenía Dani Pedrosa cuando en 2003 logró su primer Campeonato del Mundo de 125cc, el de las motos de juguete. La imagen de aquel niño sollozando sobre el podio le sirvió a Cola Cao para hilar un anuncio que narraba Basilia Ramal, la madre coraje del chiquillo. Venía a decir Basilia a cuenta de los comentarios sobre las lágrimas de Dani: "¿Qué queréis? Es un niño". Lo seguía siendo dos años después, el 16 de octubre de 2005, cuando el catalán ganó el tercer Mundial de velocidad, el segundo consecutivo en 250 cc, y anunció su saltó a MotoGP, la categoría reina, el coto de Valentino Rossi. Aquella madrugada, pues la última carrera, la decisiva, se disputaba en Australia, en el circuito de Philip Island, nadie durmió en Castellar del Vallés. Tampoco, claro, en casa de los Pedrosa. "Recuerdo que dormí muy poco aquella noche. Nos levantamos todos a ver a Dani ganar el Mundial. Luego, lo celebramos. Apenas dormí", rescata Eric, el hermano pequeño de Dani (es cinco años menor), que se recogió aquella madrugada bajo las sábanas con una sonrisa de satisfacción tatuada en el rostro. Perduraba aún el gesto cuando sonó, madrugador, el despertador. Permanecía imborrable en el trayecto hasta Barcelona. Y despuntó en el balcón de la ciudad condal, en Montjuïc. Aquel año, el primero de cadetes, horas después de que Dani ganara su tercer Mundial, Eric gobernaba la Escalada a Montjuïc. "Fueron a verme mis padres y se alegraron, pero claro, no es lo mismo ganar una carrera de cadetes que un Mundial".

Reflexiona ahora, más de tres años después, apurando un café solo en una cafetería de la Avenida de Zaragoza de Iruñea. Enfrente, al otro lado de la concurrida calle, queda la tienda de ciclos Larequi, un enorme comercio que negocia con material ciclista y de motos. Jocoso. Son las dos pasiones de los Pedrosa. Por la puerta del portal que custodia la tienda ha salida hace unos minutos Eric. Su hogar cuando está en Iruñea pertenece al equipo de aficionados Lizarte, en el que recaló tras su extraordinario paso por juveniles y después de desechar otras propuestas. Lo comparte, entre otros, con Andrei Amador, profesional ahora en el Caisse d'Epargne. "Tenía claro que quería venir al norte", dice. Viste deportivas, pantalón vaquero oscuro y una chaqueta negra con el anagrama de Lizarte inscrito en la solapa. Se presenta descuidadamente uniformado. Lo luce como si tuviera extraordinariamente asimilada la importancia de respetar al patrocinador, de mostrarlo, de cuidarlo. Lo aprendió durante años siguiendo el peregrinaje de su hermano por los circuitos estatales. Era el tiempo de la necesidad, del sacrificio. La antesala de la eclosión de Pedrosa.

El anuncio de Cola Cao que comprime su trayectoria vital hasta su primer título mundial, arranca en el pasillo del hogar de los Pedrosa. Lo surca un niño montado en un triciclo. Es Dani. "Tenía entonces cinco años", apunta Eric. "Yo, en cambio, todavía estaba por hacer". La cinta avanza en cuestión de segundos otros cinco años. A 1996. "De eso sí me acuerdo. Los viajes. Íbamos toda la familia para que Dani pudiese correr. A mí, enseguida me pusieron una moto entre las piernas. Dani tenía diez años y yo cinco, y los dos competíamos. Él lo hacía más en serio. A mí, en cambio, simplemente, me divertía", explica. Luego, llegó el dilema. Resultaba que la actividad conjunta de los dos hermanos duplicaba el gasto económico y estructural. "La cosa se puso seria. Dani iba para arriba y eso suponía más dinero. Es la pega del motociclismo, que hace falta una economía familiar muy solvente para hacer frente a los gastos, que son muchos", aclara. Fue el propio Dani el que resolvió la situación. Un día se levantó y dijo: "Bueno, voy a correr en bici". Se apagó el ruido de los motores; se abrió paso el silencio. "Los dos empezamos a andar en bici. Él andaba bien, pero lo que son las casualidades de la vida, se encontró un día con un amigo y éste le habló de un campeonato de motociclismo promocional en el que te pagaban todo". Dani logró una de esas motos, aparcó la bicicleta y su carrera cogió vuelo. "Por esa coincidencia no se metió en el mundo de las bicis. De lo contrario... Quién sabe dónde estaría ahora", propone Eric, que en ese tránsito del acelerador a los pedales, se le quedó atorado el taco de las zapatillas a la bicicleta.

Resultó ser un remedio salomónico. Porque Basilia y Antonio, padres de Eric y Dani, se veían incapaces para cubrir las necesidades de ocio de ambos. "Con el ciclismo no había ese problema. Ellos se iban con Dani a las carreras y yo me quedaba en casa andando en bicicleta porque podía hacerlo solo, sin que nadie tuviese que seguirme ni llevarme a ningún sitio". Luego, llegaron las carreras. Eric se estrenó en cadetes con una vieja bicicleta de hierro. Era como un grillete anudado al tobillo de sus finísimas piernas, que elevaban un cuerpo menudo. Pero ganó la primera carrera. Y la segunda. "Mi padre se lo pensó entonces. Dijo que necesitaba una bicicleta mejor, y, aunque casi no podía permitírselo, la compró". Era una Orbea Orca con ruedas de perfil de carbono. "Todavía la tengo". En el garaje de Castellar del Vallés que desquicia a Basilia. "Se tira de los pelos cada vez que entra". Porque ve una legión de bicicletas y motos, piezas, herramientas y grasa.

Dani y Eric son dos gotas. Idénticos. De titanio. Ése era el apodo de Pedrosa en sus inicios: Titanio. Por ligero; por resistente. "Lo es", traza su hermano. "El motociclismo puede parecer un deporte muy bonito en la televisión, y, realmente, a mí me lo parece, pero luego están las caídas, las lesiones... Es peligroso". Y exigente. Asegura el ciclista catalán que un motociclista es un deportista sacrificado que apenas entrena sobre la moto. "Es lo que menos hacen porque ése, el de conducir, es un don que tienen. No lo pierden. Pero necesitan cuidar el físico. Dedican al entrenamiento tanto tiempo como un ciclista, lo que pasa es que diversifican el tipo de ejercicio. Hacen mucho gimnasio, andan en bici...", subraya. A su hermano, por ejemplo, no se le ha olvidado dar pedales. Memoria fisiológica. La huella. Dice Eric que, cuando las lesiones se lo permiten, salen juntos por su zona y que aguanta. Es de titanio. Eso, resistente y ligero. Mide un metro y 59 centímetros y pesa apenas 48 kilos. Eric es su calco; sólo cuatro centímetros más alto, lo que le convierten en un escalador. Ciclista de piernas inquietas cuando la gravedad ejecuta su ley. A él no le detecta. Invisible. Por eso se escurre y serpentea ladera arriba. "Es lo que mejor se me da. Por eso cuando salgo con Dani, si aprieto subiendo, le dejo. Pero sólo faltaría que estando yo todo el día andando en bici viniese él y me aguantase el ritmo", bromea.

la impaciencia El estreno de Eric en el ciclismo aficionado vasco -el pasado domingo- fue premeditado. Lo repite con insistencia. "Siempre lo he tenido claro". Soniquete. En Catalunya, dice, el paisaje es desolador. "Se está perdiendo mucho. Antes había carreras, corredores y afición. De todo hemos perdido. De vez en cuando sale alguien, pero es algo puntual, y después de buscarse la vida fuera. No hay otro remedio". La mochila; la determinación. "La que sufre es mi madre, pero ya está acostumbrada". A Eric le costó algo más amoldarse al ciclismo. El problema no era la pasión ni los resultados. Le inquietaba la paciencia. Alterada. Un día se sinceró a su hermano, a quien descubrió su desasosiego. Le susurró: "Dani, tú con 18 años eras campeón del mundo y yo estoy todavía aquí, en juveniles". Era una grieta en la fe. Le sucedió lo inevitable cuando se opone la precocidad y la pompa del motociclismo a la paciencia que requiere el ciclismo, donde no existen atajos. "Parece que no avanzas. Yo y mi entorno no estábamos acostumbrados a eso. El trabajo en este deporte es muy continuo y siempre a largo plazo. Pero ahora sé en qué mundo estoy. No tengo prisa", dice al tiempo que se despide de la taza de café vacía, cruza la concurrida calle y se esfuma tras la puerta del portal que custodia ciclos Larequi. El comercio que recoge las dos pasiones de los Pedrosa. Eric y Dani. Dos gotas de titanio. Sad

Qué bonito!!!! Sad Sad
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pedrosarah
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MensajeTema: Re: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitimeMiér Mayo 20, 2009 11:25 pm

Que bonito! yo tampoco conocia el punto de vista de Eric, de hechos se sus datos básicos que es ciclista y poco más.....
Alguien sabe de el?
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angy
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MensajeTema: Re: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitimeMiér Mayo 20, 2009 11:40 pm

pedrosarah escribió:
Que bonito! yo tampoco conocia el punto de vista de Eric, de hechos se sus datos básicos que es ciclista y poco más.....
Alguien sabe de el?

Pues yo hasta que no lei lo de ahí arriba sabía que se llamaba Eric, que tiene 5 años menos que Dani y que es ciclista, todo lo más que ahora sé lo sé por ese articulo/entrevista....
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MensajeTema: Re: GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido!   GOTAS DE TITANIO, a mí personalmente...me ha conmovido! Icon_minitime

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